consternada a la ciudad entera; en la del Factor, sita en el bullicioso baratillo de la calle de la Canoa, al que, a diario, iban a gallofear estos desarrapados...
el Arenal se comunicaba a través de un postigo —donde luego se alzó el Baratillo— y hacia la ciudad contaba con otra puertecilla denominada «el golpe»...